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La respiración es un fenómeno natural que hacemos en forma instintiva desde el momento del nacimiento. El oxígeno es un elemento vital para la vida. Podemos estar tres semanas sin comer alimento, tres días sin beber agua, pero solo faltan 3 minutos sin oxígeno para que las células en nuestro cuerpo comiencen a morir, las neuronas del cerebro son las más afectadas durante la hipoxia, o falta de oxígeno.
La respiración puede verse afectada por factores fisiológicos, como infecciones o diversos trastornos; pero también por cuestiones emocionales.
El estrés, miedo, angustia o alguna otra emoción pueden hacer que la respiración se aceleré y se vuelva superficial, con lo cual disminuye la cantidad de oxígeno que llega a nuestro cuerpo. Y en forma inversa: a través de la respiración se pueden alterar los estados emocionales y mentales. Ese es el secreto del yoga, y en particular de la rama del yoga llamada “pranayama”.
La respiración es una valiosa herramienta y no se requiere el gran entrenamiento de un yogui para obtener sus beneficios. Veamos una de las técnicas más sencillas de relajamiento.
Siéntese cómodamente con las manos sobre las piernas, o también se puede recostar boca arriba con los brazos a los costados y las piernas ligeramente separadas. Observe un minuto su cuerpo y comience a relajar las zonas que sienta más tensas. Luego tome una inhalación profunda y lenta, tratando de llenar lo más posible los pulmones. Luego exhale lentamente (puede exhalar por la nariz o por la boca formando un pequeño orificio con la punta de los labios como si quisiera silbar). Repita la inhalación y exhalación tres veces, lo más lento y profundo que le sea posible, y luego deje que la respiración siga su curso normal. Permanezca observando su respiración y su cuerpo por un par de minutos, sienta la diferencia en su cuerpo y en sus emociones. Para salir del relajamiento haga una inhalación profunda y estire su cuerpo, bostezando como si acabara de despertar.