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El sistema óseo es el que le da a nuestro cuerpo soporte y estructura. A lo largo de millones de años de evolución los animales vertebrados han desarrollado diversos sistemas óseos, que se han ido adaptando a sus necesidades. Otros animales, como los crustáceos se valen de exoesqueletos para dar estructura a sus cuerpos, mientras que las plantas lo logran gracias a que gran parte de sus tejidos cuentas con células con membranas rígidas.
Por eso nos parece raro ver animales como los pulpos, los cuales no tiene un esqueleto, por lo que su cuerpo sólo adquiere cierta estructura mediante su musculatura.
Junto con los músculos y ligamentos el sistema óseo forma otro más general que llamamos el sistema músculo-esquelético, que es el que nos brinda la capacidad de movernos a voluntad.
Otra función menos conocida es la formación de las células que componen la sangre: globulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas que se generan en la médula ósea, la parte más interna de los huesos.
La estructura ósea de los humanos está compuesta por aproximadamente 206 huesos. El número es aproximado ya que cuando nacemos tenemos unos cien huesos más. Esto se debe a que con el paso del tiempo varios de los huesos se van soldando entre sí, como es el caso de los huesos de la cabeza, los que forman la cadera, o las vértebras del sacro. Dentro del sistema óseo también incluimos las 32 piezas dentales, los cartílagos que son tejidos semirrígidos y semiflexibles; y también los ligamentos que unen los huesos con los músculos.
En términos generales podemos dividir al sistema óseo en las siguientes áreas:
El esqueleto axial comprende el cráneo, la columna vertebral y la caja torácica que además de brindar estructura protege los diversos órganos del cuerpo.
El esqueleto apendicular comprende las extremidades, las superiores son los brazos y manos, y las inferiores están formadas por la pelvis, piernas y pies. Su función está más relacionada con la motricidad del cuerpo.