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Estrés oxidativo

 

Unidad III Lección 2

Estrés oxidativo e inflamación crónica son dos procesos que van muy ligados y que, por fortuna, cada vez estamos más conscientes de su importancia y de estudiarlos con mayor detalle, ya que la gran mayoría de las enfermedades comienzan a partir de estos trastornos.

La oxidación es un proceso natural de la célula mediante el cual interviene el oxígeno para oxidar moléculas como los azúcares y las grasas, teniendo como resultado la obtención de energía indispensable para el funcionamiento celular. A este proceso se le llama metabolismo catabólico.
El estrés oxidativo es un estado de la célula en el cual se encuentra alterada la homeostasis óxido-reducción intracelular, es decir el balance entre prooxidantes y antioxidantes. Como resultado del metabolismo celular se generan sustancias como el óxido nítrico (NO-) y especies reactivas del Nitrógeno (ERNs) derivadas del mismo, que tienen la facultad de dañar las moléculas orgánicas dentro de la célula. Para neutralizar la oxidación la célula, ella se vale de antioxidantes, los cuales debe obtener o fabricar a través de los nutrientes de los alimentos.
El estrés oxidativo se debe principalmente a tres factores:

  • El primero es la carencia de antioxidantes, los cuales se encuentran en las vitaminas y minerales, que se obtiene mediante una correcta alimentación, abundante en frutas y verduras.
  • El segundo factor es el exceso de radicales libres. Los radicales libres también son moléculas o elementos inestables capaces de “robar” electrones a los compuestos orgánicos de la célula, y por lo tanto dañarla, de forma similar a como lo hacen las sustancias resultantes de la actividad catabólica de la célula. El efecto final es el mismo. El daño en las estructuras celulares, que con el tiempo puede conducir a un sinnúmero de enfermedades: Por principio la célula tiene menos recursos para defenderse de los organismos patógenos, por lo que es más fácil que ocurra una infección. Con el tiempo, la alteración del equilibrio celular lleva a toda una serie de enfermedades de complejas y de tipo degenerativo.
    Pero ya veremos un poco más del tema más adelante. Los radicales libres son sustancias dañinas que podemos encontrar en muchos elementos como el humo del cigarro, el alcohol, químicos presentes en los alimentos como edulcorantes, saborizantes, colorantes, emulsificantes, también en elementos presentes en el aire o el agua debido a la contaminación ambiental.
  • El tercer factor menos mencionado es la falta de equilibrio de los ciclos circadianos que llevan a la célula a permanecer más tiempo en modalidad catabólica sin dejar tiempo para el reposo que le permita la auto reparación y regresar a la zona de equilibrio, u homeostasis.
    Al dormir nuestro cuerpo segrega una serie de hormonas como la melatonina y el sistema nervioso parasimpático envía la orden a nuestro cuerpo para que nuestros órganos y células descansen y se regeneren. Esto activa otro tipo de metabolismo llamado anabólico, que permite a la célula regenerarse y recuperar su equilibrio.
    Si vamos a la cama estresados no podremos dormir bien y sufriremos de insomnio o de un sueño inquieto. Al levantaremos el siguiente día nos sentiremos cansados y de mal humor, porque en realidad nuestro cuerpo no ha obtenido el descanso necesario. Nuestras células, nuestros órganos y todo nuestro cuerpo se van debilitando y desequilibrando día a día por la falta de reposo. Es como un corredor, que todo el tiempo está haciendo ejercicio, sin dejar lugar para el descanso, en algún momento presentará síntomas de fatiga extrema, lo que se llama el “burn-out”.

En base a lo ya expuesto podemos decir que existen dos tipos de estrés oxidativo:

  1. El que es causado por el mismo metabolismo de la célula que podemos llamar endógeno.
  2. Y el exógeno, que se debe a elementos provenientes del exterior de la célula como radicales libres o radiación.

Además de causar varias enfermedades, el estrés oxidativo, también incide en los procesos de envejecimiento, y a su vez el envejecimiento favorece al estrés oxidativo, ya que el cuerpo va perdiendo los recursos para evitar o minimizar la oxidación celular. Por lo tanto, es muy importante cultivar hábitos de vida saludables: como ya mencionamos una alimentación rica en frutas y verduras.
La vitamina E captura especialmente al radical oxidrilo, siendo su principal fuente el germen de trigo.
La vitamina A está presente en el aceite de hígado de pescado, en vegetales (tales como la zanahoria) ricos en carotenoides y la vitamina C en cítricos, tomate, frutilla y verduras.
Las dos primeras, por ser liposolubles, pueden acumularse en grasas y/o membranas y aun no se sabe qué consecuencia puede tener el uso abusivo de las mismas, por eso es más aconsejable ingerirlas en los productos naturales que en su forma aislada.

Estudios epidemiológicos indican que la ingestión de frutas y vegetales confiere protección contra el desarrollo de cáncer, frecuentemente asociado a estrés oxidativo. Si bien se ha propuesto que el efecto benéfico de este tipo de alimentos radica en las propiedades antioxidantes de las vitaminas C y E (1, 2) y carotenoides puros, no se han obtenido resultados concluyentes.
A partir de este estudio Potter (2) concluye que frutas y vegetales actuarían como una “polifarmacia” contra el desarrollo de enfermedades crónicas, conteniendo no sólo vitaminas sino también otros agentes antioxidantes, tales como los polifenoles (con propiedades de atrapantes de radicales libres y quelantes de metales), formando una compleja trama antioxidante.
Los flavonoides son polifenoles antioxidantes, presentes en plantas y posiblemente los beneficios de la ingestión de frutas, vegetales y vino tinto, pregonado por los nutricionistas, radique en su alto contenido en estos antioxidantes polifenólicos. Los polioles (ej: sorbol) también activan fuertemente los caminos de señales sensibles a estrés (3).
Algunos elementos como el glutatión y la melatonina (producida por la glándula pineal) tienen la capacidad de “atrapar” a los radicales libres, minimizando sus efectos dañinos.
El evitar los radicales libres también es de vital importancia, evitando el alcohol, tabaco, así como como los elementos dañinos que pudieran estar presentes en alimentos procesados, ya mencionados o en el ambiente (humo de fábricas, solventes, etcétera).
El ejercicio estimula a las células, activa los antioxidantes, así como otros mecanismos que permiten al organismo lidiar con la oxidación. Sin embargo, el ejercicio extenuante resulta dañino para el organismo, ya que pasado cierto límite el cuerpo no es capaz de manejar el exceso de óxido nítrico, ácido láctico y otras sustancias derivadas de la actividad física, lo que causa un daño y un desequilibrio que llevará tiempo resolver. Por lo tanto, el ejercicio se debe practicar, pero en forma moderada, que vaya de acuerdo con la edad, sexo y condición física de la persona.

Por lo que debe ser el ejercicio correcto, con la intensidad correcta e incluso a la hora del día correcta. No abundaremos demasiado en este tema, ya que es muy amplio, pero en términos generales digamos que es mejor practicar ejercicio diariamente, en forma moderada, que practicar un solo día sobrepasando los límites del cuerpo.
Se aconseja intercalar ejercicios de más fuerza con pesas o máquinas de gimnasio, al siguiente día hacer ejercicio cardiovascular como correr, andar en bicicleta. Las disciplinas como yoga, tai-chi, meditación son herramientas invaluables, ya que ayudan al organismo a lograr el balance hormonal, del sistema nervioso autónomo, y de los ciclos circadianos. Se pueden practicar por algunos minutos después de haber realizado la rutinas de ejercicios intensos.

 

Completado

 


1, 2, 3: Potter J D, 1997. Cancer prevention: epidemiology and experiment. Cancer Lett. 114: 7-9. 31. Lee A Y, Chung S S, 1999. Contributions of polyol pathway to oxidative stress in diabetic cataract. FASER J. 13: 23-30.


Preguntas o comentarios: info.gfu.lineasolar@gmail.com

 

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