Suscribirse

Suscribirse
Login

Lección 5. Salud y equilibrio energético

5.1 Homeostasis

Nuestro cuerpo, como todo organismo vivo, tiene la capacidad de autorregularse y de buscar un estado de equilibrio dinámico, lo que se conoce como homeostasis. A su vez, cada célula es un mínusculo ser vivo que también busca su propio equilibrio. Así que nuestro cuerpo tiene que vigilar que los millones de células que lo componen, así como todo el sistema en su conjunto, trabajen en armonía. Para lograrlo recurre a complejos mecanismos y sistemas como el sistema hormonal y el nervioso, que le permiten lograr un equilibrio de temperatura, frecuencia cardiaca, nivel de acidez o alcalinidad (pH), hidratación, etcétera. En realidad, el cuerpo humano ha evolucionado para mantener un estado de equilibrio y salud; son nuestros malos hábitos como una dieta inadecuada, falta de ejercicio, estrés y ambientes contaminados los causantes de la mayoría de las enfermedades. Para entender esto debemos estudiar lo que es el equilibrio bioenergético, que vamos a estudiar en esta lección.

5.2 Principios de química

El equilibrio bioenergético se basa en conceptos de química y partículas eléctricas, trataremos de hacerlo en la forma más elemental y sencilla posible.
Toda la materia está compuesta de diversos elementos, o átomos que a su vez están formados por un núcleo y una “nube de electrones” En el núcleo hay protones con carga positiva (p+) y neutrones (n), que no tienen carga eléctrica. Mientras que los electrones que “giran” en derredor del átomo tienen carga negativa (e-).
Cada elemento de la naturaleza tiene distinta cantidad de protones y electrones, como podemos ver en la tabla periódica. En base a leyes de la química podemos determinar la configuración electrónica de un elemento de acuerdo a la cantidad máxima de electrones que puede tener en cada órbita (orbital electrónico = zona del átomo donde es probable encontrar un electrón), que a su vez podemos determinar en base a la cantidad de electrones que hay en cada subnivel. Imaginemos que los orbitales son como cajones y dentro de cada cajón puede haber distintos compartimientos (subdivisiones).
- Orbital 1: = 2 electrones
- Orbital2: 2+6 = 8 electrones
- Orbital 3: 2+6+10 = 18 electrones
- Orbital 4: 2+6+10+14 = 32 electrones…
- Así hasta llegar al orbital 7.
No se preocupe si no entiende del todo la parte matemática, lo importante es tener presente que cada elemento tiene un número de protones y electrones, que por lo regular coinciden. En cuyo caso las cargas positivas de los protones en el núcleo compensan a las cargas negativas de los electrones que están en las órbitas, y como resultado los átomos no presentan carga eléctrica.
El número de protones (y electrones) es lo que se conoce como número atómico y de acuerdo a él es como se van “llenando” las órbitas, desde la más baja con el hidrógeno con un solo electrón; hasta la más alta conocida hasta ahora el Oganesón con número atómico de 118.

En base a estas características es que todos los elementos conocidos se pueden clasificar en la tabla periódica. Los periodos (renglones 1-7) corresponden al número de orbitales que tienen los elementos de la tabla. Mientras que las columnas (1-18) nos indican los grupos a los que pertenecen, que por sus características se pueden clasificar en:
- Metales
- No metales
- Metaloides
- Elementos inertes, gases raros o gases nobles (columna 18)

La estructura de un átomo depende de la configuración de sus electrones y va a determinar cómo es que se comporta y reacciona ante otras sustancias, la capacidad que tenga para combinarse con otros elementos (valencia). Cada átomo tratará de tener en su última órbita 8 electrones, lo cual logrará mediante la unión con otros átomos, formando moléculas.
Los gases nobles, como ya tienen 8 electrones en su última órbita no necesitan combinarse con otros, por lo mismo son los elementos más estables de la naturaleza.
Aquellos que necesitan “ganar electrones” son los metales. Mientras que los que necesitan cederlos son los no metales, y por lo tanto tienen una carga negativa y tienden a ser alcalinos. En el centro están los metaloides, que según las circunstancias pueden ganar o perder electrones.
Con base en los principios de las cargas eléctricas en los átomos es que podemos entender las reacciones químicas, que a su vez son la base de la bioquímica.

5.3 Qué son los iones

Los iones son elementos (monoatómico) o moléculas (poliatómico) que presentan carga eléctrica, esto sucede cuando su número de protones y electrones no es el mismo; es decir, cuando pierden o ganan algún electrón a consecuencia de una reacción llamada ionización. Existen dos tipos de iones según tengan carga positiva o negativa:
- Anión o ion negativo. Es cuando un átomo o molécula adquiere un electrón su carga se vuelve negativa (-).
- Catión o ion positivo. Es cuando un átomo o molécula pierde un electrón, entonces su carga se vuelve positiva (+).

5.4 Iones y metabolismo

En nuestro cuerpo los iones intervienen en múltiples procesos metabólicos; ayudan a mantener el balance de fluidos en el cuerpo, permitiendo el paso de sustancias y líquidos a través de la membrana celular, lo que se conoce como equilibrio osmótico. Participan en el impulso nervioso, en la contracción muscular y la absorción de nutrientes a través de las membranas. Ayudan a mantener el balance ácido-base.

Algunos como la sal, Cloruro de Sodio (NaCl), al entrar en contacto con el agua se disuelve y los átomos que quedan son los iones Cloro, con carga negativa (Cl-) y Sodio con carga positiva (Na+). Ya habrán notado que cuando se trata de un ion se coloca un signo de más o menos a continuación de su Letra.
Veamos los iones más importantes para nuestro organismo y sus funciones.

5.4.1 Potasio K+ Participa en la contracción muscular, conducción nerviosa, regula la frecuencia cardiaca, producción de energía y fabricación de material genético.

5.4.2 Cloro Cl- Activación del impulso nervioso, mantenimientos de la presión osmótica y el equilibrio ácido-base, forma parte de la secreción gástrica al formar parte del ácido clorhídrico.

5.4.3 Magnesio Mg+ Interviene en reacciones que producen energía, ayuda al crecimiento óseo y la contracción muscular, activa vitaminas y enzimas, indispensable en la formación de estructuras óseas, dentales, proteínas y anticuerpos. Ayuda a proporcionar viscosidad al líquido sinovial (articulaciones), Ayuda en la síntesis de lípidos.

5.4.4 Calcio Ca+ Es fundamental para el desarrollo de huesos y dientes, indispensable para el funcionamiento del sistema nervioso, sistema muscular, el corazón y el sistema inmune.

5.4.5 Sodio Na+ ayuda al equilibrio osmótico, necesario para la transmisión de impulsos nerviosos, interviene en la respuesta muscular.

A los iones, también se les llama electrolitos y es muy importante que se encuentran en equilibrio en nuestro cuerpo para que pueda funcionar en forma óptima. El organismo hará uso de varios mecanismos y sistemas para mantenerlos dentro de los límites requeridos, ya sea mediante las hormonas, el sistema nervioso, la eliminación a través de los riñones y el sudor, o almacenándolos en algunos tejidos, como el caso del calcio y el fósforo, que se almacenan en los huesos.
También es importante mantener una dieta adecuada. Una dieta con exceso de sal Cl-Na+ hace que los tejidos tiendan a retener líquidos; entonces las células deben emplear mayor energía para mantener el equilibrio osmótico por medio de la bomba de sodio-potasio. Se calcula que la cantidad de energía que emplea un adulto en reposo para mantener este equilibrio ronda entre 20% al 40%.

5.5 Iones en el ambiente natural

Los iones también se pueden formar por procesos de ionización de las moléculas del agua o del aire. Esto sucede todo el tiempo en la naturaleza a causa del movimiento del agua, la radiación ultravioleta solar, los rayos cósmicos, la energía de la Tierra, los relámpagos y también debido a la función de la clorofila en las plantas. En el aire la proporción de iones es de 4 aniones por 1 catión, este equilibrio es necesario para la existencia de todos los seres vivos de la biósfera. Los iones negativos (aniones), se encuentran en la naturaleza en lugares como ríos, cascadas y bosques, el simple hecho de respirar profundamente en alguno de estos ambientes llena nuestro cuerpo de iones benéficos.

El oxígeno, cuando se presenta como ion negativo, se asimila mejor, ya que la sangre contiene hierro con polaridad positiva, de esta forma O- y el Fe+ se atraen mutuamente. Solo por mencionar un ejemplo.
En resumen, los iones negativos son muy benéficos para todo nuestro organismo favoreciendo a varios sistemas como el respiratorio, nervioso, inmune, cardiovascular, sexual… incluso mejorando el estado anímico favoreciendo el relajamiento y claridad mental.
Por otra parte, los iones positivos debilitan nuestro cuerpo, provocando cansancio, dolor de cabeza, ahogos, alergias, tendencia a la depresión, nerviosismo, insomnio… Algunas fuentes de iones positivos o cationes son los aparatos eléctricos y electrónicos; y en general el ambiente de las ciudades y la industria. En parte, esto se debe a que los iones negativos se adhieren a las partículas de polvo y disminuyen en el aire contaminado de la ciudad y de las fábricas. El uso del aire acondicionado, los materiales sintéticos en los muebles y la ropa, crean una gran carga de cationes. Los iones positivos también se crean por el movimiento de fuertes vientos o masas de aire que chocan, lo cual ocurre muchas veces antes de las tormentas. Algunas personas muy sensibles son capaces de percibir la presencia de estos cationes en sus cuerpos, ya sea como dolores, mareo, cansancio, etcétera.

5.6 Radicales y estrés oxidativo

Los radicales (antes radicales libres) son átomos o moléculas que tienen un electrón desapareado, esto los hace sumamente reactivos; y por lo mismo, son de corta duración. Los radicales se crean a partir de procesos químicos como la oxidación o por la radiación ultravioleta. Los ambientes contaminados de las ciudades, o de las zonas industriales, así como la alimentación a base de alimentos procesados expone al cuerpo a mayor cantidad de radicales. Ya que se trata de elementos sumamente reactivos, dañan las moléculas orgánicas, provocando reacciones en cadena, que afectan principalmente a las membranas celulares y a las moléculas de ADN.
A la larga, este daño continuo produce lo que ahora se conoce como estrés oxidativo. Nuestro cuerpo, al verse sometido a los radicales reacciona generando un proceso de inflamación. La inflamación es un proceso natural mediante el cual las células reaccionan ante situaciones agresivas, en este caso los radicales. El problema es cuando la inflamación se vuelve crónica, entonces el organismo ya no es capaz de regresar a un estado de “normalidad” manteniendo procesos metabólicos alterados que implican un desgaste excesivo. Si esta situación se mantiene por tiempo prolongado, las células, los tejidos, o el organismo en general, se ven debilitados y finalmente se vuelven terrenos fértiles para la proliferación de agentes patógenos.
La aplicación del polo norte (-) del imán sobre un tejido permite que las células recuperen los electrones perdidos revirtiendo los procesos oxidativos, al equilibrar las cargas positivas y negativas, esto es el equivalente a que nivelen su pH, por tanto, recuperen su capacidad de auto regularse y de regeneración celular. La terapia magnética debe ir acompañada, como ya hemos mencionado, de hábitos de vida saludables como el ejercicio, sueño reparador y una dieta adecuada; factores esenciales para mantener un equilibrio de estos factores (iones y radicales) en pocas palabras: equilibrio energético.

 

Actividades complementarias:

Realizar evaluación

 


 

Siguiente Lección

MENU: